La Piedra Negra
Desconcertado y desorientado es que, me vi a mí mismo, recostado sobre un suelo rocoso
en una extraña región del mundo, rodeada de una geografía solitaria, donde todo era piedra, aire, nubes, y yo, quien además, me encontraba completamente
desnudo en aquella inmensidad arquitectónica natural, donde desconocía en lo
absoluto cualquier punto de referencia, punto de partida, o algún destino
objetivo, simplemente estaba allí, como un elemento inherente de semejante
panorama alejado de cualquier cognición o recuerdo que mi mente pudiera evocar.
Con
cierta inhóspita iniciativa, me puse de pié tras percatarme que, a la distancia
se dejaba entrever una confusa y estimulante figura, de lo que se podía deducir
como una torre, sí, lo que vi allí fue una torre. Entonces, con un paso
apresurado, impulsado por una agresiva fuerza inquietante proveniente de mis
profundidades psíquicas, me aproximé a aquella tosca y al parecer olvidada
construcción. A base de un único elemento natural, ésta estaba edificada en
piedra rústica, nativa, con una forma ascendentemente gloriosa, llena de
imperfecciones perfectamente naturales, lo que parecía ser una creación propia
del divino y exacto diseño de la naturaleza.
La
torre tenía una altura considerablemente alta, sin exagerar, ésta daba la
impresión de conectar con la falda del cielo, sobrepasando las soberbias nubes
grisáceas de aquel día.
Sin dudarlo, mejor dicho, sin siquiera pensarlo o tomar consciencia de mis compulsiones motrices, comencé a escalar, ascendiendo piedra a piedra, inconscientemente fascinado por lo que sería llegar a su altura máxima, la fatiga o cansancio nunca llegaron a lograr la manifestación, empero, no existieron en aquellos momentos.
Estar
encarnando tal exquisita sensación y percepción de estar allí, en la cúspide
sacramental de aquella torre, fue inexplicablemente maravilloso, contemplación
hermosa que se hizo de mis ojos, cediéndome a ver el semejante horizonte
lleno de piedras y de piedras, donde las nubes se entremezclaban con mis poros
faciales, y dónde un nuevo invitado se hacia presente en mi panorama…el mar,
así es, un mar manifestándose infinito, soberbio y absoluto, lleno de misterios
y secretos, no podría llegar a una comprensión mayor de lo que allí ocurría en
mi presencia, fue impactante.
Ahora
nuevamente otro imparable movimiento, un impulsivo aparentemente suicida, pero
que en mi generaba felicidad, saciedad, y un extraño sentimiento de plenitud…es
que me arrojé al vació, sin miedo, en una caída religiosamente sagrada,
maximizada en tranquilidad. Pero de repente algo inesperado ocurrió, mi cuerpo
fue detenido en el alma del descenso, una indescriptible corpórea materia me
agarró en el aire, y con absoluta confianza me dejé tomar por ésta, de hecho
luego me volteé para observar qué semejante fuerza me estaba sosteniendo,
entonces, lo vi, me encontraba entre las patas de un águila gigantesca, además
hermosa y majestuosa, que me sostenía y más aún, me elevaba aún más, llegado un punto que
superamos por demasía el manto de nubes que se posaban en el cielo de aquella
particular región. En estos momentos, vi cosas que jamás había visto en toda mi
existencia, y es que, como iba lograr ver en el mundo del que vengo semejantes
imágenes, donde en el cielo se hallaban flotando bloques gigantescos de tierra,
del tamaño de ciudades enteras, y fue allí donde se dió el último momento de mi
onírico viaje, la majestuosa ave me dejó caer, libremente, y descendí a una
velocidad cuantitativamente inconcebible, aún así, experimentaba un sentimiento
de bienestar absoluto.
Finalmente,
en los últimos segundos, vi como casi voluntaria e intencionalmente me iba a
estrellar contra el centro de uno de éstos gigantescos bloques, donde se
hallaba una insólita y fascinante piedra negra…y como un espíritu que alcanza la plenitud cósmica…
impacté con ella, alcanzando la totalidad.
-Cuento inspirado en un sueño tenido por el autor.
-Sacado del libro "Un Espíritu Desesperado y otros poemas" (2014) del escritor Gabriel Bañados Balmaceda.
-Cuento inspirado en un sueño tenido por el autor.
-Sacado del libro "Un Espíritu Desesperado y otros poemas" (2014) del escritor Gabriel Bañados Balmaceda.
weno.
ResponderEliminar-Marcelo Morales Rojas.
A Exequiel Andrés Larenas Baeza y Carolina Hfjdhfehrf les gusta esto.
ResponderEliminarEs escalofriante la sensación de caídas sagradas, cuando el cuerpo se separa del espíritu y el mundo delante es otro, cuando lo sagrado esta delante en ese ámbito desconocido, sacro, incontenible, inconfundible, indescriptible, al igual que esa sensación de caída imparable. Así como ponerse delante y de pie frente al inconsciente. Gracias.
ResponderEliminar-Oscar Orrego.
EliminarTotalmente de acuerdo. Y es que no es para menos, enfrentarse con el Inconsciente es enfrentarse con el Enfrentamiento Sacratus.
Marión Castillo M amigo, la piedra negra, la torre, el mar, garras de águila...materia psíquica primordila de Jung...desde donde emergió Demian, de Hesse...la superación de lo primitivo uniforme, a la división subjetiva de lo individual...un roce con la alienación y la escisión del ser...adelante...eres el portador de nueva luz...un abrazo
ResponderEliminarAbraxas...el demiurgo Abraxas. Gracias querida amiga.
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