Ensayo
Académico
LA
EVALUACIÓN Y EL PODER
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Análisis del Proceso Educativo
Por Gabriel Bañados Balmaceda
Por Gabriel Bañados Balmaceda
El presente ensayo
pretende generar un espacio de reflexión y crítica respecto a la realidad
educacional universitaria, especialmente
de la Escuela de Psicología de la universidad xxxxxxx, percibida desde mi persona, orientado a
temáticas que me han generado cierto disconfort a lo largo de los años como
alumno regular. Empero, las próximas líneas son sólo una parte minúscula del
acercamiento subjetivo hacia dicha realidad.
La
Evaluación y el Poder,
dos aparentes sustantivos, que en sus más intrínsecos e intrincados rincones,
esconden magnos verbos determinantes de realidades, y por qué no decirlo,
capaces de decretar destinos vitales y existenciales del ser humano. A modo
introductorio, comenzaré con una interrogante que esconde una relevancia tan
importante como el presente menester, y es la siguiente: ¿Qué miden exactamente
las evaluaciones académicas en la escuela de psicología? Probablemente sea un
poco precipitado, pero aventuraré una tentativa respuesta, basada en la empírea
que me ha otorgado la estadía por dicha escuela: las evaluaciones académicas
miden exactamente nada, sé que parece
una enunciación pretensiosamente desconcertante, pero es que, con exactitud no miden nada. Lo más cercano
a dicho concepto es que, miden memoria a corto y mediano plazo, porque a largo
no, de hecho sin mucha crítica opuesta, podríamos encontrar opiniones
compartidas que, dan cuenta que lo aprendido
se desprende con considerable
velocidad de nuestras memorias. A demás miden, la capacidad de los educandos
para despojarse de sus propios juicios y adoptar los juicios de los docentes,
entiéndase, aprender a pensar como pensarían las mentes propias de los
académicos. Quien no desarrolla dicha habilidad,
rápidamente queda al descubierto a través de sus resultados en las pruebas de
cátedras, porque para ser honesto, a través del tiempo, me ha dado la impresión
que realmente nadie se interesa
profundamente por las ideas de los educandos, quizás sea tedioso, o demande
mucha atención. Por otra parte, miden el grado de consonancia entre lo que responden los educandos y lo que los
docentes quieren que éstos respondan. También miden el grado de homogenización
entre los estudiantes, dan cuenta de, qué tan parecido piensan los futuros
psicólogos del mañana, y frente a ésta última situación, quisiera compartir el
siguiente pensamiento: “Formando
psicólogos homogéneos que el día de mañana atenderán a personas heterogéneas”.
Aclaro al lector que, de seguro hay un número considerable de otras cosas que inexactamente miden dichas evaluaciones,
pero que sin duda alguna, en el presente documento no puedo tratar, necesitaría
recursos propios de una tesis de grado.
Respecto a la dimensión
Poder, indudablemente ésta se
encuentra en relación substancial con la dimensión Evaluación, y en el contexto que es menester, estaría vinculado a
una tercera dimensión, Jerarquía. El
sólo hecho que, alguien evalúe a otro, pone en diferencia de condiciones a las
partes, donde el poder está de lado del Evaluador. No discuto que, el Evaluado
no disponga de poder, pero en relación al poder del Evaluador, es considerablemente
menor. Se compensaría en gran medida la brecha entre éstos, si se llevara a
cabo la Autoevaluación, debido a que, se empoderaría al Evaluado, permitiéndole
hacer relevante su propio juicio en
cuanto al aprendizaje, empero, se incrementaría la relevancia de dicha acción,
porque, ¿quién más que el propio Evaluado conoce mejor que nadie su propio nivel y calidad de aprendizaje? Tampoco
discuto que, no se lleven a cabo dicho método evaluativo, pero destaco que, se
da en considerable y preocupante minoría en relación al total de porcentajes de
todas las asignaturas del currículo de pregrado.
Por otra parte, El
Poder, puede llegar a afectar el juicio del Evaluador, y peor aún,
insensibilizarlo, pudiendo éste llegar a hacer un uso desmedido de su poder
determinativo, afectando emocionalmente al evaluado, y por qué no decirlo,
muchas veces llegando a afectarlo vital y existencialmente, y frente a esto
último, no hay mucho que discutir, solo es cosa de evocar aquellas situaciones donde se han visto estudiantes llorando
por los pasillos, o peor aún, alumnos de último año de formación profesional,
poniendo en tela de juicio sus capacidades como psicólogos, fantaseando
realidades en las que abandonan sus metas y se conforman con sueños menores,
autocomplacientes. En suma, muchas veces el Poder Determinativo de un Evaluador
puede afectar gravemente al Poder del Espíritu del estudiante, y para mayor
desconcierto, no percibirlo y no hacerse corresponsable de lo que allí está
aconteciendo.
Para finalizar el
presente ensayo, quisiera destacar que, la realidad aquí subjetivamente
descrita, no difiere mucho de la objetivamente experimentada, y además, no es
propia de la Escuela de Psicología de dicha universidad, sino más bien, una
realidad replicada en gran parte del país, y seguramente, en gran parte del
mundo, porque La Evaluación y El Poder, son
dos grandes emperadores hilozoístas de la historia, que indudablemente nos han acompañado
desde tiempos prístinos del bagaje humano, lo más crudo o desconcertante, sin
duda alguna es, lo dañino que puede llegar a ser en la vida del ser humano
cuando éstos se mal accionan.
Fuentes bibliográficas:
- Conversaciones
dialécticas. Cátedra del Proceso
Educativo I. Escuela de Psicología. Universidad Católica del Maule.